Visitar Peñíscola es una experiencia inolvidable: sus playas, su casco antiguo y el imponente Castillo del Papa Luna lo convierten en un destino único en la Costa del Azahar. Pero más allá de sus murallas, se esconde un entorno lleno de tesoros que muchos viajeros pasan por alto.
A pocos kilómetros de la ciudad, se despliegan pueblos con carácter propio: algunos abrazados por el mar, otros escondidos entre montañas, todos con algo especial que ofrecer.
Un viaje por el pasado de Morella
Adentrarse en Morella es como abrir un libro de historia. Sus murallas y su castillo dominan el paisaje, mientras que las calles empedradas conducen al viajero hacia plazas, iglesias y rincones medievales. Aquí el tiempo parece haberse detenido, y la gastronomía local, con la trufa negra como protagonista, termina de completar la experiencia.
El Mediterráneo tranquilo de Alcossebre
Muy cerca de Peñíscola, Alcossebre ofrece un ritmo más pausado. Sus playas de arena fina y calas escondidas invitan al descanso, mientras que la Sierra de Irta propone senderos que se adentran en la naturaleza salvaje junto al mar. Es el lugar perfecto para quienes buscan combinar sol y playa con paseos relajantes.
Arte e historia en Sant Mateu
En el interior se encuentra Sant Mateu, un pueblo que fue escenario de importantes acontecimientos históricos en la Edad Media. Su Plaza Mayor porticada es un buen punto de partida para recorrer edificios góticos, museos y casas señoriales que hablan de un pasado esplendoroso.
El sabor marinero de Benicarló
Al norte, Benicarló conserva la esencia de un pueblo pesquero. En su lonja todavía se subastan las capturas del día, y su mercado es un escaparate de productos locales, con la alcachofa de Benicarló con denominación de origen como gran protagonista. Pasear por el puerto y probar su gastronomía marinera es una experiencia imprescindible.
Culla, encanto rural en el Maestrazgo
Más alejado del mar, en pleno interior montañoso, Culla sorprende por su autenticidad. Declarado uno de los pueblos más bonitos de España, conserva un casco histórico de piedra, restos de un castillo árabe y miradores que se asoman a un paisaje espectacular. Perfecto para quienes buscan naturaleza y tranquilidad.
Vinaròs, tradición y modernidad frente al mar
A pocos minutos de Peñíscola, Vinaròs combina tradición marinera con un ambiente animado. Su paseo marítimo, las playas urbanas y su famoso langostino lo convierten en un destino gastronómico y cultural muy atractivo. Además, conserva un casco histórico con rincones llenos de historia.
Explorar los alrededores de Peñíscola es abrir la puerta a nuevas experiencias. Desde las fortalezas medievales de Morella hasta los paisajes costeros de Alcossebre, pasando por la tradición pesquera de Benicarló o la tranquilidad rural de Culla, cada excursión añade un matiz diferente al viaje.
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